EL FOTOLIBRO COMO BARRERA

En la revista The Photobook Review 007, el comisario y ensayista inglés David Campany publicó el ensayo “The ‘Photobook’: What’s in a name?”  en el que acababa diciendo: “The take up of the term ‘photobook’ is a consequence of the Internet, and so is the field of study it marks”. Desde entonces he tenido claro que la coincidencia del boom del fotolibro tanto a nivel nacional como internacional, con la implantación de la tecnología digital e Internet no es casual. 

En los últimos años estamos viviendo la segunda oleada en la democratización de la práctica fotográfica, frente al fenómeno que sucedió hace poco más de un siglo en el que gracias a la brownie y demás dispositivos parecidos el proceso fotográfico se simplifico y abarató alcanzando así al aficionado, hoy esa ampliación alcanza prácticamente a toda la sociedad. La mayoría de la población mundial tiene una cámara que lleva constantemente consigo, suele hacer fotos y es posible que las comparta por Internet. Debemos aceptar que se trata de un cambio trascendental y definitivo, y volviendo a la frase de Campany, resulta indispensable analizar el fenómeno fotolibril desde esta perspectiva. Hace tiempo que sabemos que la tecnología digital ha abaratado los costes de impresión, influyendo también en la economía de la impresión tradicional offset que vivió mejores momentos. También es conocido que Internet ha puesto en contacto a la pequeña y dispersa comunidad del fotolibro más allá de distancias y fronteras políticas y geográficas, permitiendo una difusión y distribución de alcance global a un coste muy bajo. 

Pero a lo que no se le ha prestado tanta atención es al impacto que la irrupción en tromba de la sociedad en la práctica fotográfica cotidiana ha provocado en aquellos que tenemos esa práctica como herramienta de expresión y en algunos casos también oficio, y como esto a su vez se relaciona con el reverdecer del fotolibro tanto a nivel nacional como internacional. Una reacción que en su inmensa mayoría me atrevo a resumir como una respuesta conservadora, ya que los fotógrafos en vez de aceptar, criticar, estudiar o sumarnos a las nuevas prácticas y estéticas que la ciudadanía, las grandes compañías, los gobiernos e incluso las máquinas están desarrollando con la fotografía hoy, nos hemos visto superados y hemos optado por reagruparnos sobre nosotros mismos. Ante la avalancha de nuevas formas que amenazan el que era nuestro espacio privilegiado, hemos tratado de reconstruir los muros de nuestra identidad histórica por medio del fotolibro, que lejos de ser un elemento revolucionario ni novedoso, se trata de un soporte que ha acompañado a la fotografía desde sus mismísimos inicios. Ese mirar para dentro en vez de alrededor además se ha dado con un marcado carácter mercantil, por medio de los canónicos libros de Parr y Badger y/o Andrew Roth entre otros. Aunque en algunos casos se hayan tomado las fronteras políticas como marco con el que a veces proponer y otras veces forzar una suerte de identidad nacional fotolibril, y en otros, como los tres volúmenes de “The Photobook: a History”, se haya realizado un esfuerzo por trazar una línea de lectura histórica y transversal a la fotografía, todos los que somos parte de este ámbito, somos bien conscientes de que no ha cuajado, ya que su uso principal y casi exclusivo ha sido el de ofrecer una lista de la compra para coleccionistas y curiosos. Listas que también encargan las diferentes tiendas y distribuidoras online que marcan la llegada de la navidad, encabezadas por la más influyente, la de Photo-Eye, una tienda de libros de la costa oeste estadounidense. Por último, aunque no menos importante, no quiero dejar de mencionar tampoco otra convocatoria que funciona también como inevitable lista de la compra, el premio al mejor libro del año que organizan Paris Photo y Aperture, donde a nadie sorprende que sea una editorial la que organiza el premio con más prestigio de la escena internacional. Unas prácticas cuestionables que en España (sospecho que será una circunstancia común también a otros países) conocemos bien porque suceden con naturalidad, al ser La Fábrica la que organiza y premia al mejor libro del año con más impacto mediático a nivel nacional. Pero sería injusto apuntar solo a las casas editoriales o instituciones de esa realidad en la que es el mercado el que ejerce como vara de medir sobre el fotolibro. Los autores participamos alegremente en esa misma estructura al realizar tiradas limitadas, numeradas y firmadas. Ofrecemos así un producto limitado de alto valor cultural sobre el que rigen las lógicas del mercado y no un artefacto artístico reproducible ad finitum, y por tanto de bajo valor económico, para lo que solo tendríamos que realizar ediciones abiertas, no numeradas y sin firma. Un mercado, hay que decir eso sí, que no es comparable en su volumen al del arte contemporáneo. Se puede vivir directamente de los fotolibros, existen editores, unos pocos, que con esfuerzo y soluciones económicas creativas (algo habitual en otras ámbitos de trabajo por cierto) lo consiguen. Incluso diseñadores editoriales cuyo trabajo, en gran parte, viene directamente de este ámbito. Existen tiendas especializadas y distribuidoras, pocas (no suele haber más de una por ciudad ni país) que bajo una serie de parámetros concretos y con gran presencia online consiguen vivir directamente de los fotolibros que venden. E incluso el éxito de un fotolibro ha lanzado a algunos autores, muy pocos, al estrellato y consiguiendo después de mucho esfuerzo vivir de ello. Eso si, nunca directamente. Es decir, se puede vivir directamente de los fotolibros con mucho esfuerzo, siendo de los primeros, con acercamientos creativos, teniendo una serie de parámetros en cuenta y estando en casi cualquiera de los escalones del proceso excepto en el del autor. Y aún así, o justamente por ello, la presencia de ese mercado, como en la inmensa mayoría de las demás disciplinas de expresión, marca absolutamente la esfera creativa y productiva de la escena global. 




Aunque pueda parecer lo contrario, no voy a ser yo quién niegue la trascendental importancia del fotolibro en el devenir de la fotografía. Para quién no me conozca, no escribo este texto desde la posición del hater externo a salvo del pequeño circuito especializado, sino desde bien dentro. Fundé uno de los primeros photobook clubs, asisto habitualmente a ferias especializadas, he coordinado uno de los premios anteriormente mencionados, he ayudado a organizar alguna exposición, he escrito unos cuantas reseñas en revistas especializadas e incluso he participado en un libro sobre fotolibros que previamente criticaba. Pero justamente por ello, por tener conocimiento de causa y ser muy consciente de la falta de autocrítica que existe en el ámbito de la fotografía y la idealizada imagen que tenemos de nosotros mismos y de lo que hacemos, me parece necesario intentar plantear aquí mis dudas.

Tengo la sensación de que nosotros, los que trabajamos a diario con la fotografía y conocemos con profundidad sus valores y peligros, ante el shock provocado por los drásticos cambios que estaban sucediendo a nuestro alrededor, adoptamos una postura conservadora y proteccionista, en la que el fotolibro ha funcionado como herramienta vertebradora. Ya que lejos de celebrar la expansión del medio que con tanto fervor activista practicamos y ayudar para que su uso no suponga un problema, nos hemos dado la vuelta para poner en valor un soporte, que aunque ciertamente había pasado desapercibido para los historiadores (intuyo que en parte por lo complejo de su concreción y definición), los fotógrafos siempre habíamos tenido presente. No puede ser que ese giro, que ese interés repentino, haya coincidido casualmente con la llegada de las imágenes intangibles en ubicua y constante circulación. Ante ese nuevo escenario de uso masivo popular de la fotografía, los fotógrafos hemos actuado de la manera más reaccionaria posible, reivindicando aquello que nos diferencia de los demás, haciendo ver que hemos reinventado una herramienta que siempre estuvo ahí. Se ha hablado mucho de experimentación en el mundo del fotolibro pero ¿acaso hemos inventado algo, una sola cosa, que no se hubiese hecho ya en los últimos 500 años anteriores de la historia de los libros?

El fotolibro es una herramienta que permite mandar un mensaje controlado, estable, rígido, dirigido e individualizado frente a la alta volatilidad líquida de la imagen digital online. Y es justamente en esa utilización del fotolibro como herramienta de reivindicación y diferenciación frente las prácticas populares, corporativas, institucionales y automatizadas de la fotografía, que son las que hoy sin duda predominan en la sociedad (existe un mundo más allá de nuestros grupos de Facebook, ferias y festivales) donde se convierte en un objeto elitista. De una élite (para si misma) que intenta que sus imágenes perduren, se asuman en una sola dirección, no se puedan recontextualizar y se tomen muy en serio. Es en ese sentido en el que la autoedición ha florecido, ya que por un lado gracias a las nuevas tecnologías nos permite escapar de los rigores del mercado en su producción (aunque luego nos entreguemos a él por entero en su venta y distribución) y por el otro nos permite tener un control aún más férreo sobre nuestras imágenes. Pero mirémonos al espejo. Suena a broma querer ampliar el interés por la fotografía por medio del fotolibro en la era de Snapchat, Instagram stories y similares condiciones inestables y aceleradas de la imagen que la inmensa mayoría de la población practica a diario. No estoy diciendo que desde la llegada de Internet o los ebooks ya nadie compra libros. De hecho las estadísticas demuestran lo contrario. Lo que digo es que nadie compra fotolibros (más allá de los propios fotógrafos), y tampoco en este caso porque Internet haya acabado con ellos ¡sino porque antes tampoco los compraba nadie (excepto los fotógrafos)! Incluso si nos hubiésemos apoyado en la fe (lo único que queda cuando no existen evidencias) de que por incongruencias del destino, muy habituales últimamente, justo en el momento que aparece Internet y los fotógrafos no necesitan ya de ese soporte estable y portátil para acceder a los trabajos de sus compañeros de profesión lejanos, justo entonces el fotolibro de repente se iba a convertir en un fenómeno de masas global en el que la sociedad se iba a volcar repentinamente, incluso habiendo asumido esa posición, quizás ya es hora de que admitamos que ni siquiera en estos años de exaltación ha sucedido. Y tampoco estoy diciendo que todos seamos hoy fotógrafos, ni que la profesión se haya acabado, ni de que solo tenemos que utilizar las redes sociales, abandonar los libros ni ese tipo de mensajes simples y poco razonados. Sino de que nos demos cuenta de que vivimos en un momento en el que todo el mundo tiene la fotografía incorporada de mejor o peor manera y nosotros, aquellos que conocemos profundamente su naturaleza porque nos dedicamos a ella, en vez de aprovecharlo, ayudar a asimilar y entender la herramienta, a explicar qué ofrece y alertar sobre lo que ataca, nos atrincheramos exigiendo que se nos acerquen por medio de un dispositivo que, lamentablemente, admitámoslo, por mucho que nos siga fascinando, posiblemente no sea el mejor para ese objetivo. Ni siquiera si nuestro objetivo no es el de concienciar a la sociedad sobre el impacto de la imagen y su influencia, y se centra en su valor cultural de la mano de una serie de autores capaces de desplegar una creatividad original o una habilidad técnica inusitada. Ya que ese tipo de prácticas, quizás no con tanta pasión, constancia ni ahínco como los fotógrafos, también las ensayan hoy los usuarios de la redes sociales de manera inconsciente, y no estaría demás tenerles en cuenta.

No es mi intención enterrar el fotolibro ni acabar con la euforia que durante estos últimos años hemos vivido a su alrededor. Soy un entusiasta, voy a seguir buscando, comprando, utilizando y difundiendo su importancia y valor. Lo que quiero es proponer una reflexión crítica que lo analice en su contexto actual. Como un instrumento tradicional de la fotografía de importante uso y consumo interno, especialmente para la construcción de un discurso complejo de carga narrativa y elaborada en búsqueda de una lectura analítica, pausada y concienzuda que requiere de cierta inmersión en las imágenes. Es por todo ello también un soporte realmente útil para los estudiosos de la imagen y el aprendizaje de aquellas personas que quieren hacer de la fotografía su principal ocupación y quizás también profesión. Pero que por esos mismos requerimientos y el contexto en el que hoy vivimos, salvo muy contadas excepciones, se convierte más en una barrera que una puerta de entrada para el creador y consumidor de imágenes no iniciado, es decir, para la sociedad en general. Por poner un ejemplo claro y sincero, la inmensa mayoría de las veces que he ofrecido un fotolibro, cualquiera, a alguien no iniciado (y puedo asegurar que han sido muchas), he tenido que acompañar la lectura con información de contexto y todo tipo de pistas para que mi interlocutor no perdiese interés y ayudar en su comprensión. Se trata al mismo tiempo, como decía anteriormente, de un dispositivo absolutamente condicionado por su valor material, por las elecciones que se toman en torno al artefacto en el que va inscrito la imagen y no a la imagen en si, donde los debates y especializaciones en cuestiones relativas al mundo editorial acaban en muchas ocasiones por relegar la importancia de las propias fotografías a un segundo lugar. Una herramienta regida por condiciones de un limitado e inestable mercado en el que todos, desde el autor hasta el comprador, pasando por el diseñador, editor, impresor, distribuidor y demás roles importantes del circuito participamos y alimentamos. Un soporte que quizás ha podido revolucionar la escena fotográfica de puertas para adentro, pero no así hacia fuera, donde a pesar de todos los libros sobre libros, ferias y exposiciones, su vuelta ha supuesto más bien una marcha atrás que quiero entender como una toma de impulso para resituarse en un mundo en el que la fotografía y las imágenes tienen una importancia y un impacto trascendental y decisivo que creo que aún no somos capaces de vislumbrar.


IMPRESION POST DIGITAL

Muchos de los contenidos de este post vienen derivados o directamente traducidos del indispensable libro "Post Digital Print, The Mutation of Print since 1894" de Alessandro Ludovico publicado por Onomatopee que podéis comprar en su edición física aquí o descargar como pdf libre desde aquí (en inglés en ambas versiones) y que recomiendo encarecidamente. Junto a otros ejemplos, ideas y contenidos que a lo largo del tiempo he añadido y que se pueden leer a continuación, he impartido diferentes versiones de este contenido en forma de conferencia en Granada en Agora Fotolab en octubre de 2016, así como en cursos y clases especializadas en el mundo del fotolibro, la edición y los libros en general.


1 LA AMENAZA DE LA MUERTE DEL PAPEL
El papel ha sido sentenciado a muerte en múltiples ocasiones desde el principio del siglo XX y el desarrollo de las primeras redes de electricidad. Pero como veremos a continuación esa perpetúa amenaza aún no ha acabado de suceder. El telégrafo ya fue denominado por periodistas de la época (segunda mitad del siglo XIX) como “la mayor revolución en comunicación desde la aparición de la imprenta”. A continuación vino el teléfono, donde el modelo de comunicación masiva de uno para muchos fue por primera vez puesta en duda, permitiendo una comunicación individual entre ciudadanos (exclusivamente para las clases pudientes durante un tiempo). Pero ni el telégrado ni el télefono acabó con el papel, del mismo modo que ninguno de los avances tecnológicos que describiré a continuación lo consiguieron: 


Factsheet five es considerada por muchos como la madre de todos los fanzines, 
ya que durante casi veinte años (82-98) funcionó como la red que conectaba 
todo el tejido de la escena fanzinera internacional al reseñar más de 1.000 publicaciones 
en cada número. La cubierta del número 56 de 1995 planteaba la disyuntiva entre el papel 
y la versión online de los fanzines.



1.1 Los cilindros para fonógrafos vs. los libros

El primer dispositivo de grabación y reproducción de audio desató muchas de las más oscuras predicciones para el libro. Uno de los ejemplos más interesantes es el texto La fin des Livres (1894), de Octave Uzanne e ilustrado por Albert Robida. Donde narra como tras una presentación por parte de un filósofo donde expresaba la posibilidad de calcular el fin de la tierra a causa del enfriamiento del sol, una serie de filósofos, periodistas, historiadores etc. empezaron a especular sobre el futuro de la humanidad. Por ejemplo aciertan al pronosticar el poder mundial de EEUU frente a la pobreza de Africa.  Un nutricionista avisa de la reducción del tamaño de la alimentación a su más mínima tamaño en forma de polvos, líquidos y bolitas. Un pintor y crítico avanza que la saturación de imágenes está cerca, donde la iconoclasta se extenderá, se quemarán los museos y dejarán de influir, donde la fotografía acabará con los pintores.








Es entonces cuando presionan al bibliófilo a decir la suya y este alerta sobre el peligro que la electricidad y los nuevos dispositivos de grabación de audio de la época suponen para el libro. Propone un método cercano a lo que hoy denominaríamos bajo demanda, que no era ni una radio (estaba aún por desarrollar), ni un teléfono, ya que funcionaba por medio tanto de voces en vivo vía cable, como por medio de la distribución de cilindros de fonógrafos. Uzanne argumentaba que leer produce fatiga y apatía, mientras que la voz por cable era sinónimo de energía y por tanto el gramófono acabaría sustituyendo la página impresa. Pronosticó que los relojeros crearían gramófonos en miniatura en forma de dispositivos móviles, la energía necesaria se conseguiría por medio del movimiento de los usuarios (algo aún por conseguir), el autor se autopublicaría sus propias creaciones viviendo de los derechos de sus obras, la esquinas de las ciudades contarían con quioscos donde la gente podría escuchar contenidos a cambio de una moneda e incluso uno podría distribuir sus propios contenidos por medio de un dispositivo casi-móvil y todo un barrio podría conectarse a él por medio de múltiples conexiones por cable.  Se abandonaría el papel ya que el mundo impreso nunca estará a la altura de la historia contada y escuchada directamente. El libro incluye también un apartado en el que habla que del mismo modo que cuando surgió el periodismo impreso el número de oculistas se multiplicó debido a la lectura en malas condiciones de luz, en la era de los cilindros, los otorrinos harían su agosto. “Que contentos estaremos no teniendo que leer nunca más; pudiendo por fin cerrar nuestros ojos”.  Para Uzanne el fin del medio impreso significaba el fin de la tiranía de los ojos, permitiendo alcanzar una nueva experiencia sensorial frente a la lenta y estática página.



Otros ejemplos incluyen la serie de postales de L’an 2000 Villemard (publicados 100 años antes) donde los niños son alimentados con libros que tras pasar por una extraña máquina se consumen en forma de audio y la gente escucha sus periódicos favoritos en gramófonos, del mismo modo que recibe su correspondencia personal.








1. 2 Microfilm vs los libros

En 1930 el poeta estadounidense Bob Brown también atacó las limitaciones estructurales del papel escribiendo y publicando The Readies, Words y Readies for Bob Brown’s machine, donde declaraba que la palabra escrita no había sabido seguir el ritmo de su tiempo y proponía una máquina lectora portátil que enchufada a la red eléctrica, te permitía leer cientos de miles de novelas escritas en diez minutos. Sugería también una nueva manera de escribir donde se prescindiese de lo superfluo y que se leería en una nueva máquina lectora cuyo funcionamiento se acercaba al del microfilm (que se estaba desarrollando en esa época). Partes de las tres publicaciones que sacó a la luz estaban escritas específicamente para dicha máquina e incluso en la tercera encargó a poetas de la talla de Gertrude Stein o Ezra Pound que escribieran en ese nuevo formato. La máquina de Brown no consiguió sus propósitos, ya que paradójicamente ni siquiera llegó a producirse y los textos que se publicaron siguiendo su nuevo modelo de escritura fueron publicados exclusivamente en libros con páginas impresas (aquí un enlace a una web que emula la lectura por medio del sistema inventado por Bob Brown). 


Prototipo de la"Bob Brown reading machine"








Casi al mismo tiempo, en 1926, el almirante Bradley Friske desarrolló su propia máquina de lectura que incluso fue puesta en producción limitada. Se trataba de un dispositivo móvil que sostenido en la mano el lector colocaba a la altura del ojo. Los textos escritos a maquina eran fotografiados e impresos en tamaños minúsculos que por medio de una lente que los ampliaba se podían volver a leer. Su producción nunca fue masiva ni exitosa, ni acabó tampoco con los libros tal y como los conocemos.


La máquina de Fiske.
Fuente: www.shorpy.com/node/14995 






1.3 La radio vs. los periódicos
Con la llegada de la radio todos los temores sobre el futuro del papel se desataron, especialmente en relación a los periódicos, el principal medio de comunicación de la época. Pero también entonces los lectores fueron fieles al papel. El documental "17 days: the history of newspaper on the making" encargado por los principales editores de la época resume los acontecimientos sucedidos en Nueva York en 1945 cuando a causa de una huelga de repartidores, los periódicos no fueron repartidos durante 17 días. A pesar de que las emisoras doblaron sus emisiones, cientos de miles de neoyorkinos se dirigieron a los propios periódicos a comprar sus ejemplares haciendo larguísimas colas para ello. Demostrando así que el interés y la viabilidad de los periódicos estaba intacta a pesar de la radio.




1.4 La televisión los periódicos y las revistas
A pesar de que la llegada de la televisión se presentó por parte de algunos como McLuhan como el fin del cine, de la radio, de los periódicos o y de los libros, hoy sabemos que fue así. Sí que supuso un fuerte impacto pero finalmente solo acabó, lamentablemente (o no) para la fotografía, con la prensa ilustrada masiva como la revista LIFE, ya que los beneficios publicitarios menguaron por su trasvase a la televisión.

1.5 Los ordenadores vs. el papel
Con la aparición de los ordenadores y surgieron aún mas textos sobre la definitiva desaparición del papel debido a la virtualización del soporte. Libraries of the Future de JCR Licklider es un ejemplo, como no, en forma de libro. Desde los 80 la investigación en torno a la idea de una oficina sin papel fue un mantra con el objetivo de crear un gran mercado al que vender tecnología de la información. El director del centro de investigación de Xerox George E. Pake hizo en estas declaraciones en un artículo titulado “Office of the future: the paperless office” de 1975 en Bussinesweek: "Seré capaz de buscar en la pantalla documentos de mis archivos presionando un botón. Podré ver mi correo o cualquier otro mensaje. No se cuántas copias en papel voy a necesitar en un mundo así. Va a cambiar nuestra vida cotidiana y eso puede ser un poco pavoroso”. Al mismo tiempo los escáneres de ScanSnap se anunciaban como herramientas para eliminar papel y liberar así tu parte cool. 



Pero sorprendentemente, una de las primeras ideas que se ha extendido al tratar de llevar el libro al espacio digital es la de calcar las limitaciones del papel, como por ejemplo el espacio delimitado por la página en servicios como Issuu. Es importante tener en cuenta la importancia que los usos y costumbres tienen a la hora de adquirir conocimientos. Ya que antes de explorar las posibilidades de un nuevo soporte como es el digital, el primer impulso nos lleva a conservar las limitaciones del libro en ese nuevo escenario.

Teniendo en cuenta todos erróneas amenazas de acabar con el papel, ¿por qué insistimos en acabar con una "tecnología" como el papel que a diferencia de las otras creadas hasta el momento es plegable, no requiere de baterías, pesa poco, permite la interacción en una actividad de grupo (como editar fotos o hacer collages) y es capaz de soportar diferentes materiales e intervenciones manuales de forma instintiva e instantánea?


2 PERO EL PAPEL NO HA MUERTO 

2.1 El mito de las oficinas sin papel
En 2001 Abigail J Selen y Richard H.R. Harper publicaron"The Myth of Paperless Office" en el que defienden que lejos de acabar con el papel, la aparición de herramientas digitales como el email incluso aumentó un 40% su uso. Por lo que una vez más el papel, por mucho que quisiéremos matarlo, no murió. 

2.2 La masacre de la prensa impresa
Los libros pueden haber superado el bache de manera holgada, pero el mundo de los medios de comunicación impresos es otra cosa. Ahí sí que es innegable el retroceso de los periódicos impresos. La crisis, el trasvase de los anuncios clasificados al mundo online y la lentitud del papel ha matado su competitividad como periódico diario frente a las noticias online. Algunas voces reclaman que frente a ello la única salida es ofrecer contenidos impresos especiales o de mayor calidad. Del mismo modo que la música hizo con conciertos y ediciones especiales, apuntan a que la salvación del papel en las noticias pasa por ofrecer contenidos más sofisticados, de mayor extensión y elaboración.




Pero el problema de la prensa no se limita exclusivamente a una lucha papel vs digital, en los últimos tiempos se empieza a vislumbrar que el principal problema de los periódicos es que el valor de la información ha caído muchísimo, rozando, sino llegando, a la concepción de que debe ser gratuita. Eso se debe no a que el interés por ella haya decrecido o que su calidad haya empeorado, sino a que su accesibilidad es muchísimo mayor y muchísimo más rápida que antes. En este estudio publicado en julio de 2016 alertan de que tras analizar el público de 51 periódicos estadounidenses entre 2007 y 2015 lo que está bajando es la cantidad de lectores.

Por tanto cabe replantearnos si en la crisis de los medios de comunicación, no se trata tanto de una lucha de entre medios impresos vs. digital, sino una mezcla de crisis económica aderezada con la devaluación del valor de la información debido a su proliferación. 


2.3 ¿Y qué pasó con la autoedición independiente?
Es importante preguntarnos también como la revolución digital ha afectado al ámbito de la edición independiente. Para ello antes es pertinente rastrear la evolución de la autoedición independiente, que de la mano de actitudes casi siempre contestatarias, 
en un rápido repaso incluiría:


  • Biblia paperum al final de la edad media.
  • Los panfletos religiosos de los Ranters, un grupo que defendía el panteísmo en el siglo XVII. 
  • Los panfletos políticos durante la revolución francesa, la guerra de secesión americana, la revolución Mexicana o la Rusa ya a principios del siglo XX. 
  • Los medios impresos y el surgimiento del libro de artista durante los diferentes ísmos de la vanguardias históricas.
  • La popularización del mimeógrafo y su utilización primero por parte del activismo político durante la Segunda Guerra Mundial, y mas adelante por los fans de la ciencia a ficción en el EEUU de los 50, que fueron los que acuñaron el término fanzine. 
  • El intercambio de materiales impresos por parte del movimiento Fluxus en los 60, como prolegómeno al mail art.
  • Los medios contraculturales de finales de los 60 y las redes de noticias independientes como el “Underground Press Sindicate” o el mítico “The Whole Catalogue of Earth”
  • El movimiento punk y el mail art de los 70 gracias a la llegada de la fotocopiadora Xerox.
  • La llegada de la tecnología digital, las impresoras personales y la eclosión de la escena del fanzine que tuvo su auge entre los años 80-90.
  • La sustitución con el cambio de siglo de los fanzines por los blogs, las webs personales y las redes sociales.
  • A partir de la primera década del siglo XXI, cierto efecto rebote nostálgico en la autoedición en nichos muy concentrados en sus ámbitos, como el de la fotografía, la ilustración y el diseño.

2.4 Se leen más libros en papel
Pero a pesar de todos los malos augurios y males de ojos que se le lancen al papel, en la prensa no paran de aparecer artículos en los que anuncian que Internet no ha acabado con los libros, sino que la gente aún hoy prefiere los librosEstudios en EEUU parecen apuntar hacia un estancamiento en la lectura de libros impresos cerca del 80%, frente a un 30% que ha leído un ebooks en el último año.




3 ¿POR QUÉ EL PAPEL NO HA MUERTO?


¿Cuales son las ventajas que aún mantiene el libro frente a los contenidos digitales?



- Materialidad:
- Leer en libro versus leer en libro
Estudios han demostrado que estamos acostumbrado a la materialidad del libro que nos ofrece referencias a la hora de ir leyendo. El orden de los párrafos divididos en páginas, la cantidad de hojas leídasy demás referencias y referencias físicas parecidas nos ayudan a saber donde estamos.

- La relación que se establece entre el valor y lo material

Kenneth Goldsmith (poeta, creador de Ubuweb, profesor) lanzó la convocatoria Print out the Internet para su exposición en la galería Labor de Ciudad de México. Pidió a la gente que imprimiese y enviase Internet impreso a la galería con la intención de transformar ese contenido en algo material y permanente. La convocatoria (inspirada por el suicidio del activista online Aaron Swartz condenado por descargarse contenido académico de la base de datos privada JStore) despertó muchas protestas ecologistas en su mayoría que se vieron reflejadas en una petición de cierre en change.org. Además de por cuestiones mediambientales, este proyecto apunta al absurdo de querer imprimir Internet debido al valor que otorgamos al contenido impreso frente a la gratudiad que presuponemos al contenido online.

-La exclusividad de lo material, la relación entre tirada limitada y su valor, que deriva en la especulación

En el mundo del fotolibro, hermano pequeño del libro de artista, el coleccionismo es más accesible ya que los precios como punto de partida suelen ser más asequibles. Aunque se especula, se hacen tiradas limitadas y firmadas que se compran como inversión, los precios más altos, a pesar de ser excesivos para el común de los trabajadores, no suelen alcanzar los precios astronómicos del mercados de las subastas del arte (salvando exageraciones como el libro valorado en 460.000$ con cubiertas de mármol que Berlusconi regaló a los mandatarios invitados a la reunión del G8 en 2009)

-La confianza que da algo que podemos sostener en nuestras manos

La materialidad también otorga confianza, un libro que podemos sostener en nuestras manos tiene la apariencia de ser más serio, más creíble. Por ejemplo si cito un artículo de la Wikipedia como este para un texto serio es posible que muchos de los lectores pongan en duda la credibilidad de mis fuente. Pero si por el contrario cito el libro Zoroastrianism de la editoria Pedia Press es muy posible que las misma personas acepten su pertinencia, sin ser conscientes de que el contenido es exactamente el mismo, ya que Pedia Press es una de las varias iniciativas independientes que imprimen contenido online de la Wikipedia bajo demanda.

-La velocidad pausada de su consumo 

Todos hemos dicho ya más de una vez aquello de "leer en diagonal". La diferencia en la velocidad y en el tiempo que tomamos para leer en el espacio online y en el físico es muy grande. La ansiedad online está vinculada a esa falta de materialidad del contenido digital, además de la idea de que este texto está conectado a todo un mundo de textos más que generan un espacio que en ese momento nos estamos perdiendo. La velocidad en la lectura online  se ha convertido en una cuestión tan importante que incluso han surgido compañías como spritz que nos quieren ayudar a ser capaces de leer más rápido aún, mientras sacan algo de beneficio.

- El caso del fotolibro: Es feo autoreferenciarse pero es que ya escribí sobre ellos en su día en este blog, así que os remito al texto "Y tú por qué no has hecho un libro" .




4 ¿POR QUÉ EL LIBRO DIGITAL NO HA TRIUNFADO?
¿Por qué a pesar de que cuando se presentaron parecían que iban a acabar con la industria impresa, los ebooks no han arrasado el escenario impreso?


4.1 Qué tenía el libro digital a favor?
-Hipervínculo

Si algo revoluciono desde mediados de los 80 la manera de leer y escribir, no fue tanto un medio en si mismo, sino un concepto implementado en él, el hipertexto. El libro Hyper/Text/Theory es una muy buena referencia para todo aquel que quiera profundizar en estas cuestiones. La posibilidad de crear un espacio digital por medio de texto aportó una nueva condición al texto, su no linealidad. El fin de la linealidad puso también en peligro la integridad de la secuenciación narrativa, tal y como ha sido presentada en los libros durante siglos. En su libro “The end of the Books”, Robert Coover sentencia “los documentos impresos se podrán leer en el hiperespacio, pero el hipertexto no se puede imprimir”. Es así como el ilimitado espacio narrativo creado por el hipertexto parece destinado a suplantar el finito, secuenciado y cerrado formato de los libros.

- La utilización intuitiva e interactiva
A pesar de que tanto un libro como un dispositivo digital son en ambos casos de uso fácil directo e intuitivo, por los mismo gestos un dispositivo digital te ofrece mucho más, tal y como demuestran los gestos de este bebé que cree que una revista es un ipad estropeado.

-Contenido líquido
La versatilidad que los contenidos no físicos ofrecen, la facilidad y rapidez con las que podemos copiarlos, transformarlos y pegarlos, la inmensa cantidad de información que pueden contender sin impacto en el precio final y las posibilidad de crear de conexiones improbables entre esos contenidos, dirigiéndonos así hacia el fin de las narrativas lineales y el fin de la noción del artista como creador, pudiendo pasar a ser editor. 


4.2 ¿Qué tenía en contra?
-El tiempo
La sensación de que falta una generación para que la tecnología esté lo suficientemente desarrollada y por otro que falta también una generación para que la gente esté acostumbrada a este tipo de materiales (vuelvo a remitirme al vídeo del bebe y la revista).

-Error digital

Todo usuario de la tecnología de la información vive antes o después una pérdida de información, un error. Ese inevitable error de la tecnología es lo que elimina cualquier posibilidad de una fe total y absoluta en un modelo exclusivamente digital. Las propagandas predictivas fallaron tanto al no asumir la inestabilidad de la tecnología, como no tener suficientemente en cuenta la importancia del hábito de la gente a las tecnologías basadas en el papel.

-Diseño
La pérdida de control sobre el diseño o los acabados de los documentos que se visualizan en pantallas es uno de los problemas que nos enfrentamos a la hora de ofrecer contenidos digitales, debido por un lado a la adaptación del diseño a las dimensiones de cada dispositivo y por otro lado por las diferencias en la representación del color en pantalla. Como dice Craig Mod en su libro “El libro en la era del Ipad” se trata de contenido sin forma. Podríamos llegar a la conclusión de que perdemos parte del contenido, el diseño, para que el resto del contenido pueda ser portátil.


-Error 404

Frente a los libros de nuestra infancia que más de uno de nosotros es posible que aún conservemos, el hiperlink, esa revolución en la que se basa en gran parte la revolución del contenido online, tiene una vida muy corta. Ya no solo hablamos de que el diseño queda obsoleto en cuestión de 5 años, sino que muchos de los contenidos enlazados desaparecen en un tiempo aún menor. Todos conocemos ya la página de error 404.

-Impacto ecológico
A principios de los 90, cuando los emails se empezaban a enviar era habitual firmarlos diciendo que ningún árbol había sido dañado para enviar dicho email. Con el tiempo ese tipo de firmas han quedado obsoletos y otros en tono irónico como estos empiezan a aparecerVarios artistas han trabajado tratando de evidenciar el impacto de las tecnologías digitales en internet en nuestro entorno por medio del papel, como puede ser el proyecto Stump de Natalie Jaramijenco.


En lo que podemos estar todos de acuerdo es en que cuanto más contenido imprimible, más páginas serán impresas. Y es ahí donde entra en juego la frase popular sobre los arboles muertosEn esa línea la ONG medioambiental WWF ofreció un nuevo formato de PDF que no se puede imprimir, con la idea de salvar unos cuantos arboles por ese caminoXerox invirtió tiempo y dinero en crear un papel que después de unas 16-24 borra su contenido, autoreciclandose para poder volver a ser usado. O por otro lado, Epson anunció una máquina que podemos comprar para la oficina y reciclar papel inhouse.

A la hora de dilucidar cual de las dos vías, si la impresa o la electrónica es más o menos contaminante, hay que tener en cuenta que en la medida que internet, y sus diferentes estructuras y dispositivos se masifican, si impacto crece también a pasos agigantados. Son varios los autores y pensadores que empiezan a preocuparse por ello, como es el caso de Joana Moll, con proyectos en los que trata de concienciarnos de la huella energética que provoca la página más visitada a día de hoy, google.com.


-La invisibilidad en un mundo que rebosa contenidos
La visibilidad online es uno de los grandes problemas hoy en día, tener acceso no supone ser visto, y el importante esfuerzo y trabajo necesario para poder situar tu libro en la esfera online, suele llegar en un momento en el que tanto el editor como el autor ya han dado por acabado el proceso de trabajo.

-Gratuidad: 
La percepción que todos tenemos de que el contenido digital y especialmente el online debe ser gratuito.



5 ¿QUE TAL LO ESTAMOS HACIENDO EN EL ÁMBITO DE LA FOTOGRAFÍA?
Mal con alguna excepción. Dice mucho de la escena fotográfica los pocos ejemplos relativos a la fotografía que he utilizado en este texto. Seguro que existen más de los que yo he podido encontrar, pero en cualquier caso creo que el escenario es bastante pobre ¿Y eso por qué?


5.1 Del libro a Internet
-Los pdfs no tienen valor
MAPP de Mack, la sección digital de la editorial más prestigiosa del mercado fotolibril cerró, así como ni Taschen, ni Aperture ni Steidl han publicado nada relevante. Quizás podríamos destacar las ediciones electrónicas de las revistas Aperture Magazine y BJP, pero ni siquiera parecen tener continuidad. No tiene sentido hacer fotolibros digitales porque uno de los principales valores del fotolibro hoy en día es su materialidad. El principal valor del fotolibro reside en su soporte material y por tanto una vez perdido ese valor, por mucho que tenga el libro entero escaneado en un pdf, rara vez lo leeremos de arriba abajo. Quizás mostraremos algunas páginas en clase, lo ojearemos en diagonal y cuando creamos haber captado la esencia del mensaje lo cerraremos, pero no mucho más.

-Ebooks
A pesar de que ha habido varios intentos y hubo hace un par de años una pequeña ola de publicaciones digitales a medio camino entre el pdf y la app, todas ellas han acabado desapareciendo. Blogs y tiendas especializadas como Ephotobooklist o The Digital Photobook  dejaron de publicar.

-The portable photo
Uno de los únicos ejemplos de verdadera experimentación en este sentido sería The Portable Photo, un proyecto del estudio Espada y Santa Cruz, con la colaboración Gonzalo Golpe. Las Apps que han sacado siguiendo un intenso proceso de trabajo de tú a tú con los diferentes autores han dado como resultado aplicaciones que exploran las posibilidades de 4 proyectos fotográficos en el espacio digital, que no online. Quizás esa concepción cerrada de las aplicaciones, que a pesar de no seguir una narración lineal, sí que tiene un principio y un final que no va más allá de la propia App. sea uno de los puntos flacos de esta iniciativa. Si algo tienen las imágenes digitales online es que están sujetas a cambios y conexiones constantes y las aplicaciones desarrolladas desdeThe Portable Photo seguían la lógica del espacio específico, concreto y cerrado del libro, en un entorno que justamente requiere de todo lo contrario. En cualquier caso son lógicas que no solo los desarroladores de este tipo de iniciativas tienen que tener en cuenta. Deberían ser especialmente los fotógrafos los que sean conscientes de que subir una foto a Internet supone asumir que tu foto no estará quieta, no se verá como tú quieres que se vea y se mezclará en contexto y lugares que escapan a tú control. Hasta entonces, veo complicado desarrollar cualquier tipo de herramienta de expresión visual que realmente aproveche las ventajas del medio digital online.




6 QUÉ ESTÁ FUNCIONANDO BIEN: LA HIBRIDACIÓN

-Impresión bajo demanda y distribución
La aparición de la tecnología digital de impresión en los 90 abarató los costes y aceleró los tiempos de impresión. Esto dio pie a la creación de la impresión bajo demanda: imprentas a las que envías un archivo digital y a cambio de un precio (mayor o menor dependiendo del tamaño del contenido, las calidades de materiales e impresión) te envían a casa el libro impreso y encuadernado. Es un sistema que permite imprimir en función de los pedidos, y que acelera y abarata el coste de producción. A cambio el autor pierde el control directo sobre el proceso de producción y está limitado a las opciones de material y calidades de impresión que ofrece cada empresa. A cambio las empresas de impresión bajo demanda suelen ofrecer extras como:

-Un espacio online desde el que vender directamente el libro a cambio de un porcentaje.
-Difundir los libros realizados con su sistema.
-Al imprimir en diferentes zonas geográficas del globo, permiten reducir la huella energética.
-Los libros no están obligados a producir un beneficio continuo, sino que pueden simplemente estar disponibles indefinidamente.


El ejemplo más radical de la impresión bajo demanda sería la "Expresso book machine" que ha creado Epson, que permite imprimir y encuadernar los libros en un espacio y tiempo muy limitado.



- Artista editor: En un mundo rodeado de contenidos, de imágenes, en el que la creación ya no se limita exclusivamente a la producción ya sea por creatividad o por capacidad técnica, la labor de la editor gana una importancia vital como visibilizador.

- Internet como herramienta de marketing, difusión y debate
Tanto desde el ámbito privado y personal, como desde el comercial se está utilizando internet como herramienta para la difusión y venta de fotolibros con mucho éxito. En la inmensa mayoría de los casos los libros los conocemos y los miramos primero por internet y luego ya los tocamos. Teniendo en cuenta lo pequeño del nicho y la dificultad del acceso a los materiales, deberíamos felicitarnos por esta mezcla.

- Internet como biblioteca ilimitada
Las bibliotecas sufren de una falta de espacio agudizada por recortes en su inversión pública. En algunos casos incluso han decidido dejar los libros atrás y digitalizar todo su contenido. Ante ese escenario tiene sentido la aparición de las bibliotecas online, como puede ser Have a Nice Book.

- El libro como formato estable de contenidos digitales
Mencionaba anteriormente los problemas de estabilidad y fiabilidad del medio online y digital. Esa es la razón por la que el libro se está convirtiendo para muchos autores que trabajan en ese medio, en un soporte perdurable en el que plasmar sus contenidos. Imprimir un contenido online se está conviertiendo de alguna manera en la forma de conservarlo.



7. ¿QUÉ QUEDA POR HACER?

-Superar el fetichismo por lo material

-Incentivar el aprendizaje de programación y la experimentación digital
Debemos incentivar el acercamiento de los fotógrafos, pero diría más, de los niños a la programación. Es un lenguaje que construye y modela el mundo en el que vivimos y que estamos dejando muy de lado. Tanto que a veces son las propias máquinas las que realizan esa labor de escritura.

-App. como nodo, no como un todo 
No se han explorado las posibilidades de Apps que trabajen no a partir de imágenes ya existentes y firmadas, sino a partir del flujo de imágenes online existente. 

-Asumir idiosincrasia propia de los dispositivos
Dar el paso para entender los dispositivos móviles no solo un soporte al que tenemos que forzar a la gente a prestar atención como si fuese un libro. Los teléfonos, las tablets se leen y miran mientras andamos, mientras estamos en el sofá con la tele de fondo…tenemos que asumir e integrar nuestros proyectos ahí. Hay que pensar exclusivamente en los contenidos y no tanto en el soporte en sí, tal y como dicta el nuevo diseño web adaptativo.

-Hacia un mundo cyberpunk.
Para la cultura cyberpunk, un mundo en el que la tecnología se mezcla con algún tipo de cambio de orden social, los libros son sinónimo de carne, y las pantallas de metal. Teniendo ese contexto, situemos a Murphy como el libro y su parte cyborg como el contenido online. Os invito a ver este tráiler pero sobre todo estar atentos a la última frase. Y que como dice Robocop, tenemos que el asumir que vivo o muerto el libro vendrá con nosotros, así que demos por superado el enfrentamiento entre formatos para aceptar y experimentar con la hibridación.