LIBRO EN BRUTO

Llevaba ya un tiempo con la idea de llevar este blog a un soporte físico, convertirlo en un libro. Después de darle varias vueltas a diferentes formatos y vías de financiación, y tras el fracaso de algunas de ellas, me he acabado decidiendo por la que creo que tiene más sentido. 


Quizás alguien aún no sabe que el título, en bruto, viene de la manera en la que he redactado la gran mayoría de los textos: alguna cuestión relacionada con la fotografía me llama la atención, me paso unos cuantos días dándole vueltas y en una tarde-noche vuelco todas las ideas y referencias que me he ido encontrando en un texto redactado en una sentada. En pocos casos dejé el post como borrador para releerlo al día siguiente con otros ojos, y en ningún caso he dejado de publicar artículos ya redactados, ni he aplicado grandes cambios a posteriori más allá de pequeñas correcciones ortográficas o de estilo. Esa cruda manera de escribir y publicar es una parte importante de este blog y es por eso que a la hora de volcar los textos al libro, no los he ni revisado, ni corregido, sino que directamente los he fotografiado a pantallazos. 




















La otra, es el lugar de encuentro y debate que en su día creó –hace tiempo que el blog está semiabandonado– entre gente interesada en diferentes aspectos de la fotografía. En su mayoría españoles, aunque según me decían las estadísticas, con notable afluencia de lectores latinoamericanos. Esa conversación abierta no se daba en mis textos, sino en los comentarios que provocaban, gracias a los que pude conocer a gente que hoy son muy buenos amigos. Es por eso que el libro no solo incluye una selección de los textos publicados, sino también una gran parte de los comentarios que los apoyaron, criticaron, expandieron o trolearon. Con la idea de tratar de conservar ese estilo reflexivo pero directo que sin negar la opinión en primera persona, se abre a la discusión crítica y en su mayoría respetuosa. 

Para los que se pregunten por qué imprimir el blog en un libro, decirles que ya basta de entender el mundo físico y el online como dos espacios antagónicos y separados. Hace ya tiempo que vivimos en ambos lugares al mismo tiempo, así que más nos vale entenderlo, aceptarlo, asumirlo y aprovecharlo. El blog funcionó sin el libro, y el libro funcionará –esa es al menos la intención– sin el blog, pero quién sume ambos canales disfrutará de una experiencia expandida y podrá adquirir una información mucho más rica. 

Este tipo de cuestiones relativas a las nuevas tecnologías y al nuevo estatus de la fotografía y de la imagen conforman uno de los tres temas que se abordan en el libro. Los otros dos incluyen el fenómeno de los libros de fotografía desde la perspectiva nacional e internacional, y por último, la aparición y hasta cierto punto también reivindicación de una nueva generación de fotógrafos.




















El libro se ha impreso a través de una empresa online de impresión digital bajo demanda. He escogido el que podría entenderse como el formato standard industrial de impresión para imprimir este libro sobre fotografía, ya que así lleva implícito en su propio proceso de producción los tres temas que anteriormente comentaba: la irrupción de las nuevas tecnologías digitales y online, el fenómeno de la recuperación de los libros de fotografía en la era de las pantallas y la firma de una autoría difusa y repartida entre autor y comentarios, partícipes muchos de ellos de una nueva generación de fotógrafos de la que me siento orgullosamente parte.



Libro en Bruto
13X20cm
Papel no estucado 75g/m
Cubiertas blandas brillantes 
Impresión digital
Edición abierta
Autopublicado
10€

Artículos de Jon Uriarte
Comentarios por orden de aparición de Pedro Arroyo, Ignasi López, Olmo Gonzalez, Fotos AZE, Carlos Casariego, Josep, Zuri, Javi, BBhijosa, Bicimann, Marcos Isabel, Eneko, Rafael Roa, Arturo Rodríguez, Tigre Antropomorfo, Emilio Izquierdo, Iraida Lombardía, Roc, 400, Nano, Julián Barón, Palíndromo Mészáros, Javier P. Miñambres, Toni Jerez, Paco Navamuel, Pablo Porlan Pineda, Joana Sendra, David Cañavete, Cesc Lobolores, Pol Masip, Manuel Rivas y varios anónimos. 

Libro en Bruto estará disponible en la feria Fiebre Photobook el fin de semana del 12 y 13 de diciembre en la Casa del Lector, en Matadero Madrid. Y más adelante a través de mi web www.jonuriarte.es

¿Quién publica un libro de fotografía?

Puede parecer que ya no queda nada más que decir sobre los libros de fotografía. Siempre estamos con lo mismo: discutiendo si estamos en una nueva de edad de oro o no, que si se trata de un mundo endogámico y tenemos que buscar nuevo público, que si la calidad de los libros ahora es mejor o peor… Son debates para los que creo que hace tiempo que buscamos soluciones, pero solo encontramos respuestas, y por eso me empiezan a aburrir. Tengo mi opinión sobre estos asuntos que ya he comentado en diferentes lugares incluidos posts en este blog, en las redes sociales o en diferentes charlas y debates públicos, así que os las voy a ahorrar.

Pero de lo que no oigo mucho hablar, fuera de algún indignado grupo de whatsapp y corrillos de amigos cercanos en bares, es de las condiciones que editoriales, ya sean estás tradicionalesindependientes, a veces imponen y otras veces pactan con los fotógrafos. O de los acuerdos y porcentajes que las distribuidoras y librerías cobran por ejemplar. Tampoco oigo admitir en público a los fotógrafos su ingenuidad o su astucia en esos contratos, que por cierto sí que me consta que raramente son firmados. Parte de esta situación viene dada por la inexperiencia de muchos de los actores del mundo del libro de fotografía, ya sean estos fotógrafos o editores independientes recién llegados. La otra parte viene por su situación de inferioridad en lo que a conocimientos del sector se refiere, frente a aquellos que han hecho del mundo de los libros de fotografía su oficio. Porque aunque estoy de acuerdo con que no te haces rico publicando libros de fotografía, sí que hay gente que vive de ello y tampoco debemos olvidarlo, ni dejar de reivindicarlo. Al mismo tiempo, definiciones de oficios y funciones relativas a los libros de fotografía se mezclan e intercambian dependiendo de los intereses y/o la desidia de sus protagonistas. Existen unos cuantos glosarios online que delimitan profesiones, herramientas, materiales etc. pero me da la sensación de que están siendo tergiversados, al mismo tiempo que se les nota faltos de nuevas acepciones y categorías.

Vivimos en un contexto en el que el abaratamiento de los procesos de producción, distribución y difusión de los libros ha causado un terremoto en el sector. Las casas que mejores cimientos tenían han aguantado la fuerte sacudida, mientras que toda una serie de empresas –incluyendo editoriales, imprentas y distribuidoras– han desaparecido. Hasta aquí podría parecer una especie de limpieza natural, pero nada más allá de la verdad, ya que desde las grietas del terremoto han florecido toda una serie de nuevas editoriales, imprentas digitales y distribuidoras online que han conseguido que hoy se publiquen más libros de fotografía que nunca. Como ya sabemos, lamentablemente, el terremoto por ahora no ha traído consigo nuevos compradores, por lo que tenemos más oferta que demanda. A partir de aquí tenemos un escenario que se presenta de la siguiente manera: por un lado existe un reducido número de personas y empresas con experiencia en un mercado que ya no existe, con una estructura y mentalidad empresarial obsoleta pero que tratan de reinventarse y adaptarse al nuevo contexto. Y por otro a un grupo muchísimo más grande de gente con muchas ganas, sin nada que perder y con poca o ninguna experiencia. A esto debemos sumarle que no hay ninguna entidad o institución con autoridad ya sea legal o moral que intente poner orden, a pesar de que esas dos facciones están condenadas a entenderse.

No se que os parece a vosotros, pero a mi no me extraña que esta mezcla explosiva este dando resultados inesperados para bien y para mal, al mismo tiempo que deja a unos cuantos damnificados por el camino. Con este texto pretendo intentar aclarar al menos un poco la situación, ya que creo que puede ser de ayuda para los recién llegados, de guía para los despistados y de toque de atención para los aprovechados. Dicho esto, seguramente soy el menos indicado para hacerlo porque solo me he autoeditado una vez, dentro de un grupo grande y en el contexto de un taller donde pude delegar en gente con mucha más experiencia que yo. Tampoco he trabajado en ningún libro con ninguna editorial tradicional. Aunque quizás justamente por eso tampoco tengo nada que perder y me permito escribir a partir de oídas con la intención de provocar reacciones. Quedándome a la espera de correcciones y puntualizaciones en los comentarios por parte de voces autorizadas.

Si analizamos todo el proceso de publicar un libro por fases podemos ver cambios en cada una de ellas. En la financiación predominan los libros cofinanciados frente al escenario anterior en el que lo normal era que una editorial, institución o fotógrafo pusiese todo el dinero. En esas inversiones –no olvidemos que poner dinero para publicar un libro es siempre una inversión que tiene su riesgo– hoy en día se pueden y se suelen unir fuentes públicas, privadas y personales incluyendo además múltiples nacionalidades. Es curioso que en esos casos las instituciones y editoriales son las primeras en destacar su aportación, mientras que el propio autor tiende a evitar o incluso ocultar la suya. No se si se trata de que aún no hemos encontrado la manera de definir ese papel con pocas palabras o si se trata de pudor –por aquello de no solo lanzar preguntas y aportar alguna propuesta, propongo definir como financiación mixta aquella que cuenta con dinero del propio autor y de terceros, frente a la autofinancición proveniente únicamente del propio autor y la financiación a secas, que sería la clásica, la que viene solo de terceros. No creo que a priori nadie deba avergonzarse por pagarse ni parte, ni la totalidad de su libro. Tal y como han demostrado las nuevas generaciones, la autofinanciación y la autoedición ofrecen una libertad creativa y crítica que es muy difícil de encajar en según qué contexto. Por lo que se trata de una opción deseable y no de una especie de última posibilidad de perdedores, como algunos aún hoy en día siguen creyendo. Lo curioso es que dentro de esa misma nueva generación, cuando se trata de financiaciones mixtas, dinero propio y ajeno, incluso en el caso de libros premiados y reconocidos, los autores no hacen hincapié en su función de autofinanciadores. Financiar un libro quiere decir arriesgar dinero, tiempo y esfuerzo desde cero, creer en que una serie de ideas pueden acabar siendo una publicación que merece la pena. Y por eso creo que, junto con quién pone la creatividad, deberían ser los dos actores a reconocer y premiar en la consecución de un buen libro.

Sigamos con la fase de edición, una palabra aunque quisiese no podría tener más acepciones en el mundo de la fotografía y sus libros. Ahora no hablaré de la edición como herramienta de postproducción digital, ni como proceso de selección y secuenciación de imágenes. Tampoco de una colección de libros, ni de las sucesivas tiradas de un periódico ni nada parecido. Sino del proceso en el que se toman las decisiones sobre como va a ser un libro. Y para empezar creo que es importante decir que aportar dinero no quiere decir editar. Por utilizar un ejemplo más o menos conocido, La Kursala ha contribuido con fondos a un montón de libros, pero no los ha editado y justamente es entonces cuando ha cosechado algunos éxitos. Es la única institución pública que ha apoyado económicamente la autoedición y edición independiente de forma continuada y le ha salido bastante bien –espero que tomen nota los que tiene que hacerlo. Dentro de esa etiqueta de la “edición independiente” en los últimos años han surgido nuevos perfiles para los que aún tampoco he encontrado definición. Se trata de gente con experiencia en la edición, que no cuentan con una estructura porque nunca la tuvieron o porque no la pudieron sostener, pero que ofrecen sus servicios y conocimientos a aquellos que se adentran en la autoedición faltos de experiencia. Suelen simultanear esos encargos con trabajos desarrollados para editoriales e instituciones que buscan acercarse a los nuevos tiempos. Como los llamamos? Editores independientes? Consultores? Directores de arte? Ignasi López, Gonzalo Golpe, Román Yñán, Eloi Gimeno –todo tíos, sí– podrían ser ejemplos de estos perfiles para que nos entendamos. Teniendo en cuenta que un fotógrafo ni suele, ni está obligado a entender sobre procesos, materiales, diseños editoriales, creo que es importante definir esta figura para que pueda ser conocido y reconocido.

La tercera sería la fase de la distribución, donde también cabe alertar a propios y extraños que distribuir no quiere decir ni editar, ni financiar. Editoriales grandes o intermedias que cuentan con infraestructura de distribución –ya sea esta propia o subcontratada–, tienen como práctica habitual ofrecer distribución a cambio de integrar en su catálogo aquellas publicaciones por las que no apuestan aportando capital, pero no quieren dejar escapar. El fotógrafo se busca las castañas del fuego para pagar el libro pero delega la tediosa distribución en la editorial. Aquí es muy importante dejar claro el papel de cada parte, ya que empieza a ser sospechosamente recurrente la situación en la que editoriales que a priori ofrecen distribución, a posteriori se atribuyen el merito de haberlo publicado. La confusión, interesada o no, viene aliñada por la fina línea que separa la distribución de la difusión –marketing en términos preinternet. Las editoriales que cuentan con infraestructura, suelen tener un plan de prensa y comunicación asociado a la distribución. En ese plan se incluye la participación en concursos, el envío de ejemplares a “líderes de opinión”, blogueros y la prensa tradicional. Es habitual que cuando los periodistas reciben un libro enviado por la distribuidora de una editorial, directamente asuman que ha sido esa editorial la que lo ha publicado, a pesar de que quizás el acuerdo con el autor solo tenga en cuenta la distribución. Y más de lo mismo cuando una institución recibe la inscripción de un libro de cara a un premio. Ante las grandes lagunas a la hora de definir quién ha publicado ese libro, tienden a otorgar el mérito a quién se lo ha enviado, a pesar de que en ambos casos ellos tienen la responsabilidad de verificar esa información. Especialmente teniendo en cuenta que van a ser ellos, tanto el periodista como la institución, quiénes la hagan pública.

Otra opción habitual hoy en día es la autodistribución, seguramente la fase más engorrosa de autopublicar, ya que obliga a continuas visitas a oficinas de correos y caminatas con mochilas llenas de libros de librería en librería, por no hablar del espacio necesario para almacenar todos los libros. Eso sí, a cambio ofrece saltarse un intermediario, el distribuidor, por lo que se recogen más beneficios por ejemplar. La tercera posibilidad serían las distribuidoras/tiendas online, que aunque suene paradójico, también suelen contar con un espacio físico de venta al público. Es habitual que en estos casos haya un filtro por parte de los que dirigen este tipo de negocios a la hora de escoger qué libros vender, ya que de esa manera fidelizarán a los compradores afines a sus gustos. Obviamente, y como en cualquier librería, se llevan un porcentaje por cada ejemplar. Empieza a ser habitual que estas distribuidoras/tiendas acaben dando el paso a convertirse en editoriales aportando parte o toda la financiación de nuevos libros e implicándose también en la edición.

No se si he sido capaz de expresarlo, pero la conclusión es que nos encontramos en un escenario altamente complejo e hibridado, en el que los diferentes roles que toman parte en la publicación de un libro se intercambian continuamente.  Aparecen y desaparecen nuevos fórmulas de financiación y organigramas de trabajo. Llegados a este punto, y teniendo en cuenta todo lo dicho, propongo una pregunta: qué significa publicar un libro de fotografía? A quién nos dirigimos cuando decimos que lo ha publicado? A su autor, a quién ha puesto el dinero, al editor…? La respuesta es compleja, yo reitero que otorgo el mérito tanto a quién apuesta tiempo y/o dinero, como a quién aporta la creatividad, aunque agradecería diferentes puntos de vista. Soy consciente de que he empezado descartando otros temas por aburridos, cuando este posiblemente lo sea más por lo intrincado y metaeditorial. Pero creo que no es una cuestión baladí, ya que en un contexto en el que los libros de fotografía pueden suponer la visibilidad, el lanzamiento o la definitiva confirmación de la carrera de un autor o de la reputación de una editorial, todo este tipo de cuestiones a las que no damos importancia, se convierten en fundamentales.