¿POR QUÉ AHORA TODO EL MUNDO QUIERE UN LIBRO DE FOTOGRAFÍA?

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Fue a partir de los años 50 y especialmente en los 60 y 70 cuando los fotógrafos utilizaron el libro de fotografía como el gran medio de difusión de sus obras. El libro era lo primero y la exposición venía después; sospecho que la falta de aceptación de la fotografía por parte del mercado del arte tenía mucho que ver en eso. Parece que los autores pensaban “ya que nadie colgará mis fotos en un museo o galería (a excepción de honrísimas excepciones cómo es el caso de Stieglitz ) la mejor y quizás única manera de hacer llegar mi trabajo al público será a través del libro”. Aunque el libro de fotografía nunca llegó (ni llegará) a ser un producto tan popular como por ejemplo la música, donde se pueden llegar a vender millones de copias de ciertos álbumes y canciones, en aquella época el libro se convirtió en el formato de difusión preferido. Hasta el punto de que fue entonces cuando empezaron a surgir las primeras editoriales creadas por fotógrafos, como por ejemplo Ralph Gibson con Lustrum Press, que editó libros tan importantes como “Tulsa” de Larry Clark. O es también cuando autores como Lee Friedlander deciden invertir el dinero que reciben de becas o premios auto-publicándose maravillas como el mítico "Self Portrait".


En esas estábamos cuando de repente la fotografía, en un giro impredecible y casi sin querer, consiguió entrar en los museos, o mejor dicho, en las subastas, ya que tristemente ese es el hecho que la mayoría de los críticos e historiadores del arte necesitaron para aceptar la fotografía como una más de las bellas artes. Y entonces los fotógrafos del postmodernismo empezaron a colgar sus fotos en los grandes museos, pero no pegándolas directamente en la pared, como aquella mítica primera vez en 1938 en la que el MOMA mostró las fotos de Walker Evans sin ni siquiera marco, sino que  las enmarcaron y muchos de ellos las ampliaron mucho...incluso diría que muchísimo. Solo hay que ver las magníficas cajas de luz de Jeff Wall o los gigantescos retratos de Thomas Ruff. Supongo que la emoción de conseguir aquello que perseguía la fotografía de autor desde el movimiento pictorialista (la equiparación total de su estatus artístico con la pintura o la escultura entrando no solo en los museos sino también en el mercado) hizo que aquellos nuevos abanderados del medio desarrollasen esa nueva posibilidad como un niño con un juguete nuevo. Y no digo que las copias de Jeff Wall o Ruff deberían ir en un tamaño más pequeño, cualquiera con unos mínimos conocimientos de fotografía sabe que cada imagen requiere de un tamaño; digo que da la sensación que hubo cierta sobreexcitación por el nuevo territorio conquistado y eso llevó a muchos fotógrafos, comisarios y marchantes a explorar formatos algunas veces exagerados.

Nota de prensa de la exposición "Big Pictures
by Contemporary Photographers" (Fotografías
grandes de fotógrafos contemporáneos)
1983 MOMA
Obviamente, en medio de esta vorágine de copias, subastas, galerías y museos, el libro quedó un poco de lado. Se siguieron publicando, pero no con tanto ahínco como antes, ya que entendían que como la fotografía ya era una nueva disciplina artística aceptada, debía funcionar a través de originales y no a partir de reproducciones. Se le había dado la vuelta a la tortilla, y al contrario de lo que se llevaba en décadas anteriores, lo primero era la exposición y después ya vendría el libro, dándole un empujón de esta manera al desarrollo del catálogo, que tanto ha ayudado y dañado (al mismo tiempo) a la evolución del diseño del libro de fotografía.

Hoy, unos 30 años después, vuelve la fiebre por los libros. Todos los amantes de la fotografía estamos como locos por los libros de fotografía. Nos interesa como objeto, como formato que permite construir narrativas imposibles de realizar en la pared, que obliga a interactuar con el diseño o la impresión enriqueciendo aún más el trabajo fotográfico, que es muchísimo más asequible y accesible que el original, que permite al lector una lectura íntima, pausada y personal en el salón de su casa sin hordas de turistas fotografiándolo todo alrededor; que en definitiva ofrece características propias y únicas. La aparición de las nuevas tecnologías que abaratan muchísimo los costes de realización, producción, distribución, difusión y venta de libros es la razón que esgrimimos normalmente para justificar este relanzamiento. Pero releyendo la conversación entre David Balsells, Jean-Luc Monterosso y Jorge Ribalta que aparece en el catálogo publicado con motivo de la exposición Editat, Exposat (2005 MNAC) de Barcelona me surgió una duda.  En esa charla transcrita hablan de la falta de interés que había en ese momento por los libros, al leerlo sonreí de satisfacción al pensar en como han cambiado las cosas en sólo seis años... Pero acto seguido me pregunté por qué habrá cambiado todo tanto en tan poco tiempo y la respuesta machacona de la revolución tecnológica por primera vez me pareció demasiado simplista. Y ni este ni este artículo consiguieron ayudarme. Así que reformulé la pregunta ¿por qué está cambiando el formato en el que difundimos la fotografía? ¿Por qué el original está volviendo a dejar paso al libro? ¿Será que después de que la fotografía ha conseguido mimetizar los formatos del arte contemporáneo mezclándose con la pintura, la escultura, el video arte etc en los museos y galerías con esos grandes originales, estamos necesitados de un medio fotográfico propio? ¿Es el libro de fotografía ese medio?

Aquellos que sepan menos de este mundo dirán que un libro de fotografía no se diferencia de cualquier otro libro ilustrado: error: el objetivo del libro de fotografía es hacer llegar un trabajo fotográfico concreto y su mensaje al público por medio de la selección y secuenciación de las imágenes, la redacción de un texto (si lo hubiera), el diseño, la impresión, la distribución y la difusión del libro. Obviamente un libro ilustrado no sigue estas pautas.

Otros dirán entonces que el libro de artista de otras disciplinas artísticas también existe y por lo tanto el formato libro no es sólo propio del medio fotográfico. Y estoy totalmente de acuerdo, pero creo que ellos también estarán de acuerdo si digo que el libro “Sleeping by the Mississippi” de Alec Soth (por aquello de elegir a uno de los abanderados de esta “revolución”) no es un libro de artista. Es decir, que existe una diferencia entre el libro de fotografía y el libro de artista.  Y esa enunciación crea una tipología; un espacio propio y único para cada uno de ellos. Creo que todo aquel que esté familiarizado con los libros de fotografía y los libros de artista (aún y cuando este también sea de fotografía) es capaz de ver la diferencia. Por si quedan dudas, la descripción que da Gonzalo Romero, de Siete de un Golpe, de lo que es un libro de artista lo deja claro:

Un proyecto personal o colectivo, plasmado en forma de libro, autoeditado, no necesariamente autoproducido, firmado y numerado por los autores y que debe seguir las pautas de conservación y comercialización del arte. 

Hay libros de fotografía que cumplen esos requisitos pero también hay otros que por ejemplo no están numerados o no siguen los requisitos de conservación etc por lo que no pueden ser considerados libros de artista. Es decir, queda claro que el libro de fotografía es un formato concreto y diferenciado de los demás libros.

Si a eso le unimos la necesidad de aceptación y reafirmación de la fotografía a lo largo de su historia, podríamos llegar incluso a decir que estamos abriendo un nuevo ciclo. El último movimiento claro e influyente, el postmodernismo, consiguió con sus originales en galerías y museos la aceptación definitiva que el pictorialismo buscaba. Lo que ahora estamos viviendo sería una reacción frente a la fórmula utilizada para ello (la copia original colgada en la pared), ya que no es exclusiva de la fotografía y por eso buscamos una específica de la fotografía, que sería la del libro de fotografía. Podría ser algo así como la “neo fotografía directa" (perdón por el palabro). 

Two Books, 1994, de la serie "Books and maps", Abelardo Morell

Pero cuidado con no caer en dogmas y manifiestos. No digo que el único medio valido para la plasmación de la fotografía sea el libro; nada más lejos de mi intención. Defiendo firmemente que hay muchísimas fotos que sólo funcionan en pared. Lo que intuyo es que la fotografía de hoy en día busca algo exclusivo para poder continuar reivindicándose y el libro le ha ofrecido esa posibilidad.





WHY DOES EVERYBODY WANT A PHOTOBOOK NOW?

Photographers started to use photobooks as the main channel to spread their personal work at the 50s and especially 60s and 70s. The book was first and the exhibition was secondary at that time. I suspect that the lack of acceptation by the art market had a lot to say on that. It seems that photographers thought that if nobody was going to hang and sell their work at any museum or galleries (besides great honorable exceptions as in the case of Stieglitz), the photobook was the best and maybe only way to show their work. Even if it never was as popular as other self-expression mediums, such as the music and the millions of sold copies reached by some musicians, the photobook turned to be the most common method to showcase photography at that time. Photographers as Ralph Gibson, founder of Lustrum Press where he published revolutionary books as “Tulsa” by Larry Clark, started new publishing houses to be able to self-publish their own books. At the same time, photographers as Lee Friedlander used any money they got from grants or awards to self-produce groundbreaking books such as “Self Portrait”.


Then, photography made a 90 degrees turn and went into galleries and museums, or rather, into auctions; given the fact that that was what art historians and critics took into account to declare that photography was definitely accepted as a fine art too. Postmodernist photographers began to hang their pictures at the walls of the best-known museums, but they didn’t stick them directly to the wall without frames as Walker Evans did at the first one-man photography exhibit at MOMA, they enlarged their originals much bigger; much and much bigger. Just check Jeff Wall’s magnificent light-boxes or Thomas Ruff’s huge portraits. I guess that the excitement because of finally getting what photography pursued since the pictorialism (the comparison of photography’s art status with painting or sculpture being able to get not only at museums, but also to the art market) made that those new leaders broke-out the new possibilities as a child would. I’m not saying that Wall or Ruff should had printed their pictures into smaller sizes, everyone knows that each picture requires of a certain size. I’m just saying that the over-excitement because of the new conquered territory made that photographers, curators and art dealers sometimes explored too exaggerated dimensions.

"Big Pictures by Contemporary Photographers" 
1983 MOMA Press release

At that time, the photobook, founding itself on the middle of this whirlwind of gigantic prints, auctions, galleries and museums, ended aside. Photographers still wanted their projects published on books, but not with the same determination as before. Via originals instead of reproductions, photography finally was a new accepted fine art discipline and it started to act as such. The shoe was in the other foot now and photographers first wanted the exhibit, so the book became secondary.  That's a fact that I believe helped the growth of the catalogue, a layout that both helped and damaged the evolution of the design of photobooks.

Photobook fever is back today, around 30 years later, photography lovers are crazy about books again. We like them as objects, as a showcase that allows us create narrative lines that would be impossible to build on the wall, as a playground where we also have to take care of edition, design and printing. We also like them because they are much more accessible and affordable than the originals, we can look at them in the peaceful, personal and cozy loneliness of our sofa instead of surrounded thousands of tourists making photos none stop as it happens at museums. We love photobooks back because of their own and unique characteristics. New technologies happily decreased costs in the making, the production, the distribution, the diffusion and in the selling of photobooks and that’s usually the reason that we all appeal to justify the rise. But after rereading the transcript of the talk between David Balsells, Jean-Luc Monterosso and Jorge Ribalta at the catalogue of the exhibit “Editat, Exposat” (MNAC, Barcelona 2005) made me wonder about something. In that conversation they talk about the lack of interest on photobooks back in 2004, a smile came into my face when thinking on how this has changed in the last years… But inmediatly afterwards I asked to myself why things had changed so much so fast and the trite answer that states that the new technologies are the reason looked too easy and neither this article nor this one satisfied me. So I changed the question to find a new answer: why did the format that we prefer to show photography just changed? Why the photobook did take over the print? Could it be that once photography has reached the same fine art status as any other discipline in museums and galleries through the postmodernism and the huge prints, we need a showcase that is exclusively used by photography? Could the photobook be that showcase?

Those who know lees about the photo-world will say that a photobook is not different from any other illustrated book but they will be mistaken. The main goal of a photobook is to present a specific body of photographic work and its message through the selection and sequence of the images, the writing of a text (if needed), the design, the printing, the distribution and the means of communication. Obviously, those are not the rules that an illustrated book follows.

Some others will say that other art disciplines also use the artist-book, so the book format is not exclusively used by photography. I agree; but I think that they will also agree if I say that the book “Sleeping by the Mississippi” by Alec Soth (choosing one of the leaders of this “revolution”) is not an artist-book. Therefore, there is a difference between the photobook and the artist-book that creates a typology and a unique space for each of them. I believe that anyone who is familiar with photobooks and artist-books is able to feel the difference, even if the last ones contain photography too. Anyway, here you have Gonzalo Romero’s (founder of Siete de un Golpe art publishing house based in Madrid) description of what an artist book has to be:

A personal or collective project, embodied in a book form, self-edited, not necessarily self-produced, signed and numbered by its creators that follows the rules of conservation and commercialization of the art world.

There are some photobooks that fulfill those standards, but there are some others that don’t because are not numbered nor signed. It proofs that the photo-book is one unique and different kind of book.

If we add the historical necessity of acceptation and reaffirmation of photography by the art world, it could be even reasonable to say that a new cycle is starting. The last remarkable deep photography movement, the postmodernism or conceptual photography, finally stepped into the art market and was able to hang prints on white walls (which is something that photography was looking for since pictorialism). What we are witnessing now could be a reaction to those prints, which are the format that was used to reach the new status. But as it is not a format exclusively used by photography, we prefer a format that looks to be unique for us, which is the photobook. It could be a sort of “neo straight photography”.

Two Books, 1994, from the serie "Books and maps", Abelardo Morell

Anyway, we should be very careful not to dogmatize; I’m not saying that the photo-book is the only valid format to embody a photography project. I strongly believe that there are many photographs’ that only work hanged on the walls. I just suspect that photography today is looking for something exclusive that will allow it to keep on its own self vindication and photobook has offered that possibility.

14 comentarios:

  1. Hola Jon,

    En el libro no sueles experimentar la individualidad de la imagen, pero se refuerza la narrativa.

    Esta tendencia no será fruto también por la creciente presión sobre la imagen fija?

    Otro gran ejemplo de libro de fotografía:

    PLAYAS de Martin Parr

    http://inmotion.magnumphotos.com/essay/playas

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  2. Si me da cierto subidón al leer tu texto, es que soy un friki?

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  3. Tengo dudas, pienso que es la posibilidad de adquirir un objeto/ libro lo que nos hace tener la necesidad de adquirirlos, coleccionarlos.... Yo en mi caso cualquier cosa ilustrada que me parezca interesante. Pero en el fondo es lo mismo,o no?

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  4. Josep, tienes toda la razón, el libro refuerza y facilita la lectura narrativa de imágenes. No se muy bien a que te refieres cuando hablas de la presión sobre la imagen fija, me encantaria que desarrollases un poco más la idea para poder responderte... Y Martin Parr es el gurú de los libros de fotografía, tanto por los suyos propios, como por aquellos que recopilan fotolibros. Esta semana presenta en madrid uno con muy buena pinta sobre el fotolibro iberoamerciano...

    Zuri, estoy de acuerdo con lo que dices, el libro-objeto es un valor en alza ya sea como libro de foto, de ilustración o cualquier otra disciplina para compradores o coleccionistas. En este post intento analizar el otro lado, es decir, por qué ahora todo el mundo hace o quiere hacer un libro de foto...y ahí si que creo que hay diferencias.

    Y Olmo, tanto tu como yo o todos los que estamos en el pequeño y raro mundo de los libros de fotos tenemos un punto friki bastante importante :)

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  5. Yo creo que aparte de todo lo que dices una causa mas de que los libros estén en auge es por querer salir un poco de lo saturados que están otros medios como internet, el querer mostrar algo mas concreto y cerrado y con un sentido mas completo, aparte de evidentemente poder controlar muchos mas factores como el orden y todo lo que comentas.
    De todas formas depende del tipo de fotografía que hagas o la forma de presentarla que tengas no creo que el libro sea siempre una opción, si tus fotografías sueles exponerlas en 2x2m seguramente no reflejes lo que quieres de tu foto en el libro.

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  6. Como le decía a Zuri, estoy de acuerdo con que el libro-objeto está en alza y comparto tu idea, Javi, de que en parte es una reacción a la cantidad de recursos no tangibles que creado internet.

    Y como también digo al final del post, no cualquier foto, o mejor dicho, serie de fotos necesita del formato libro, hay que diferenciar las imágenes que necesitan de páginas de las que deben ir colgadas. Es un tema importante del que se habló en el Bookip del reciente festival Emergent en Lleida.

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  7. habría que preguntar también a los organizadores de ferias y eventos con el fotolibro como protagonista único cómo llegaron al convencimiento de que eso iba a funcionar (el Fotobookfestival de Kassel hizo en 2011 su cuarta edición)

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  8. Pienso que el boom puede deberse a las facilidades de poder disponer de una creación propia, sin casi límites, está claro que los costes han caído y es mucho más accesible hacerte un libro.
    No creo que sea tanto una elección libro/exposición sino que el libro se ha puesto más fácil en términos relativos...

    Olmo, Jon y compañía, somos frikis totales!!!

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  9. Hola Jon, he dado con tu blog a través de Kowasa, así que buena señal!

    Estoy totalmente de acuerdo en la dificultad extra que padeció la fotografía hasta lograr equipararse al resto de disciplinas artísticas y como gran seguidor de autores como Martin Parr (que comentábais por aquí) o Hedi Slimane confieso que guardo sus libros como auténticos tesoros

    me he permitido tuitear tu post ( @moneyshotsays) y de paso aprovecho también para dejarte también mi blog MONEYSHOT por si te apetece echarle un vistazo: www.mymoneyshot.blogspot.com

    Un abrazo,
    Xandre

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  10. Gracias Xandre!

    La verdad es que estaría bien hacer una mesa redonda con los organizadores del Fotobook de Kassel, Martin Parr, Markus Schaden, Gerhard Steidl, la mujer de Oneyearofbooks, la gente de Paper Matter y unos cuantos más que seguro que se me olvidan para intentar entender este boom y sobretodo para intentar adivinar hacia donde creen que avanzará la cosa...

    Mientras tanto, disfrutemos de los libros!

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  11. Bingo! Buena entrada! Ya entiendo algo más de donde viene el Photobook Club Barcelona! Excelente artículo. Lo que no tienes en consideración en tu artículo si he leido y entendido bién, es el deseo del mirón aficionado medio a la fotografia de economizar y sacar el mayor rendimiento a su dinero. ¿De qué manera puedes disfrutar mirando buena fotografia hasta la extenuación? ¡Consumiendo fotolibros! Y el resto hace la cada día más grande comunidad de mirones de fotolibros, hambrienta de más y más foto fresca.
    Con perdón, eso creo yo.
    Nos vemos en el pròximo Fotobuch Klub Barcelona.
    Markus

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  12. Gracias Markus! Has entendido bien y tienes toda la razón en que el espectador economiza al comprar libros en vez de copias. Creo que he sido yo el que se ha equivocado al poner el título porque debería ser "por qué ahora todo el mundo quiere HACER un libro de fotografía", ya que el texto lo enfoco solamente desde el punto de vista del fotógrafo que se plantea hacer un libro y no tanto desde el punto de vista del comprador.

    Estaré encantado de saludarte en la próxima sesión del PCB!

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  13. una reveldora entrevista a Markus Schaden sobre el fenómeno del libro de fotografía (en inglés)
    seguro que nos resuelve muchas de las dudas que nos hemos ido planteando :)
    www.hatjecantz.de/controller.php?cmd=interviews&id=51

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  14. Muchísimas gracias por el enlace! Muy interesante!

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