Cuando hacer fotos ya no es suficiente

Vale, todo el mundo está ya de acuerdo con que la fotografía está viviendo un hito histórico sin parangón. El otro día leí que se suben mas de 300 millones de fotos al día a Facebook y no me sorprendió. Ese tsunami visual ha sido provocado por el uso masivo e ilimitado de la fotografía por parte de todo hijo de vecino pero...y esto qué supone para los que usamos la fotografía para lanzar preguntas retóricas y proponer estéticas (habitualmente etiquetados bajo “fotografía artística”) y para los que la utilizan para destapar y/o señalar situaciones concretas (habitualmente etiquetados bajo “fotografía documental”)?

Ya hemos pasado el susto inicial y empezamos a estar familiarizados con todos esos proyectos que hablan sobre como el flujo imparable de imágenes es ahora la norma y no la excepción. La tantas veces repetida y cacareada revolución ha provocado un efecto dominó cuya última pieza somos los fotógrafos, que de repente vemos como el espacio que ocupábamos en ese circuito de creación y consumo de imágenes se ha desvanecido y, como es normal, sufrimos de vértigo. Pero si conseguimos tragar saliva y dar un paso adelante aunque sea a ciegas, tengo la certeza de que en realidad encontraremos un suelo, quizás no firme, pero sí virgen, donde pisar.

Pero para ello primero tenemos que aceptar la realidad. Vale ya de lamentarse y negar la evidencia. Hay que aceptar que ideas como la de la fotografía como testigo ya no está exclusivamente en manos de fotógrafos. Por una simple cuestión de probabilidad el fotógrafo profesional casi siempre llegará más tarde a sacar la foto que alguien que pasaba por allí. La foto-testimonio está cada vez más en mano de todo el mundo, cosa de la que creo que el periodismo debería alegrarse, porque aquello que merece ser contado estará documentado a pesar de que el periodista no haya podido llegar. De esa manera además se libera de un trabajo, creo yo, poco periodístico, ya que entiendo que los periodistas deberían ir detrás de la causalidad y no tanto de la casualidad. Es decir, que yo cambio a un solo periodista que haya buscado una noticia, por 100 que se la hayan encontrado. Se suele argumentar que el problema es lo poco fiable de esas imágenes que “a saber tú de donde vienen”, pero la verdad es que si nos ponemos a analizar rigurosamente cuestiones de veracidad en el fotoperiodismo, la gran y aplastante mayoría de fotografías manipuladas que se han publicado en medios de comunicación estaban firmadas por “profesionales”... Así que antes de acusarnos a los demás, recomendaría a los defensores de la pureza fotoperiodística se mirasen al espejo tal y como, todo hay que decirlo, ya han hecho algunos.

Captura de pantalla de una "¿fotografía?" publicada
en la web del diario ABC la semana pasada

Justamente ese autoanálisis crítico que le pido al fotoperiodismo, es el que tenemos que hacer extensivo a todos los que de alguna manera u otra vivimos de la fotografía. Igual que la foto-testimonio ya no será nunca más una práctica exclusiva de los profesionales, hay otras muchas prácticas en las que nos estamos viendo desplazados. La ventaja que teníamos a base de acarrear cámaras, carretes, tarjetas y objetivos por todas partes se fue y ya no volverá. Es hora de asumirlo, aceptarlo y aprovecharlo.

Entiendo que “aprovecharlo” es lo que ahora mismo se antoja complicado, pero tal y como ya ha sucedido en otras ocasiones en el pasado, ahí están la prácticas más arriesgadas para descrifrar como conseguirlo. Aquellas que parten de representaciones personales y que a pesar de que al principio suelen ser denostadas por incomprendidas, al cabo de un tiempo acaban siendo digeridas y regurgitadas como propias por la mayoría. Y aunque aquí corro el peligro de verme atrapado por mis palabras en el futuro, me atrevo a apuntar algunas ideas que nos ayudarán a avanzar.

Antes de proponer algunos ejemplos concretos quiero subrayar dos factores que creo que van a ser determinantes para conseguir superar la situación actual: por un lado un conocimiento profundo de la fotografía a nivel histórico, teórico, técnico y formal, y por otro la capacidad de desarrollar un discurso propio y de alguna manera identificable. Ahora que ya no basta con estar en el lugar y en el momento adecuado, que no somos los únicos que nos vamos de viaje y sacamos fotos y que no hace falta tener una cámara cara ni saber como utilizarla para hacer una foto (ya sea esta buena o mala), es justamente cuando los que nos autodenominamos fotógrafos tenemos que profundizar mucho más en aquello que reivindicamos y que nos debería diferenciar. Tenemos que saber situar una imagen en su contexto histórico y teórico, y ser capaces de diseccionarla en cuanto a su contenido formal y técnico para poder así dar un paso más allá de la mera repetición concatenada de lo que ya todo el mundo ha visto. Ya no basta con seguir repitiendo patrones, todo el mundo sabe que hay ciertos trucos que funcionan, hace tiempo que la mayoría de la gente tiene ensayada su mejor pose para ser retratados tal y como ellos quieren ser vistos en nuestras fotos. Nosotros tenemos que ser capaces de darle la vuelta a todos esos patrones y formatos ya asumidos. Y la única manera para hacerlo vendrá dada por el conocimiento adquirido a través de años de, no solo trabajo práctico y reiterativo, sino también de un cuestionamiento mucho más profundo y reflexionado del medio.

Este conocimiento además nos allanará el camino para poder desarrollar una personalidad fotográfica propia con la que poder identificarnos. Estoy convencido de que todos tenemos unos intereses intrínsecos que vienen derivados de nuestro bagaje cultural en función de donde y cuando hemos nacido y vivido. Lo único que tenemos que hacer es sacarlos a relucir en nuestras fotos. Y a pesar que de que los temas sobre los que ha versado la fotografía en cada época están innegablemente ligados a su tiempo (para algo la fotografía es la única que tiene esa relación esquizofrénica con la realidad), las miradas diferenciadas de determinados autores han sido y serán, hoy más que nunca, las que perdurarán sobre esas más de 300 millones de fotos al día de Facebook.

© Sohei Nishino, Diorama Map Tokio


Volviendo a los ejemplos de propuestas que van un poco más allá, creo que es más interesante fijarse en procesos de trabajo e ideas que simplemente en nombres, ya que yo soy de lo los que no creen en autores malditos o artistas únicos avanzados a su tiempo. Hoy más que nunca el arte y la fotografía camina de manera homogénea y todos aprendemos y estamos en deuda con todos.

Es por eso que no me sorprende que en menos de dos años vayan a publicarse con previsible éxito (o al menos repercusión) varios libros de fotografía que atacan desde diferentes ángulos a publicaciones decimonónicas de la religión, la política (leer al final de la entrevista a Cristina de Middel) o la propia historia de la fotografía. Nada mejor para renovarse que matar al padre, y teniendo en cuenta que vivimos el mayor boom de libros de fotografía de la historia, la verdad me sorprende que no nos diésemos cuenta antes que se darían este tipo de estrategias.

Por otro lado, si algo nos ha traído la era digital son las pantallas, y con ello las representaciones gráficas e intangibles de textos e imágenes. Al mismo tiempo, y en un tiempo record, esta nueva realidad no palpable ha causado un efecto rebote en el que otras tecnologías como las impresoras 3D cobran todo el sentido al hacer físicas todas esas formas bidimensionales. Del mismo modo que se defendió el vinilo en la música, en la fotografía no solo se ha defendido la película, sino que ha descubierto toda una vertiente matérica (uno y dos ejemplos) y escultórica (ver The Camera Collection) que no ha hecho más que empezar a desarrollarse. La escultura bidimensional y la fotografía tridimensional llevaban algún tiempo tanteandose, pero nunca habían estado tan cerca.

Hace poco vi un documental en el que los protagonistas, geeks reconocidos y orgullosos reivindican todo lo que sucede en Internet como real, como parte de su vida real. Tanto es así que cuando en un juicio les preguntan cuando se conocieron “IRL” (in real life/en la vida real), dicen renegar de ese acrónimo y abogar por “AFK” (away from keyboard/lejos del teclado), ya que entienden que lo que sucede en Internet es tan real como lo que sucede fuera. Ese es un cambio de mentalidad que también está ya llegando a la fotografía y aunque de manera tímida, empiezan a encontrarse trabajos que hablan de esa realidad intangible.

En la fotografía documental, también se están dando pasos impensables hasta hace muy poco. Se han roto fronteras relativas a la esencia propia del movimiento, ya que se plantean proyectos en los que el documento fotográfico se genera antes de que sucedan los hechos que se quieren denunciar y representar. Al mismo tiempo, el incensurable e imparable aluvión de imágenes de gran crudeza que pueblan Internet se utilizan como fuente de creación para autores que denuncian guerras y conflictos lejanos al mismo tiempo que se cuestionan el uso y circulación de la imagen hoy en día.

Estos son solo algunos ejemplos de algunas de las nuevas vías que se están abriendo entre las grietas de aquello que conocíamos como “fotografía” hasta hace poco. Aunque puedan parecer muy dispares, creo que hay un componente que une irremediablemente a todas. La experimentación. Si estamos hablando de matar a los padres, de dar pasos hacia lo desconocido y de cambios de mentalidad, sacudirse el polvo de lo anterior y ponerse cascos y coderas para tantear y jugar con lo que vendrá es condición sine qua non para avanzar. Dejemos las purezas, los dogmas y lo correcto de lado y permitámonos probar, errar y acertar.

Solo quiero acabar con una frase que aunque parece sacada de una película hollywoodiense, quizás sirve como reflexión final: si el fotógrafo es aquel que saca fotos, todo el mundo es hoy fotógrafo. Si el fotógrafo es aquel que ha estudiado y reflexionado sobre su herramienta a fondo tanto como para ponerla en duda y además ha sabido experimentar con ella para plasmar sus inquietudes personales, solo unos pocos seguiremos siendo fotógrafos.

Para este taller (este es un texto de introducción/provocación para el taller "Hola Fotografía" que empiezo a impartir esta misma tarde en Meeatings23) os animo a que trabajemos sobre alguno de los caminos que acabo de apuntar más arriba u otros que os sugeriré. O mejor aún, que lo hagáis sobre los que a vosotros mismos os interesen y propongáis. Es por eso que, aunque sé que no os he dado mucho tiempo para pensarlo, me gustaría que para la primera clase vengáis con alguna idea por muy vaga que sea, respecto qué vías os gustaría debatir y experimentar (ejemplos de trabajos propios y ajenos, y críticas de todo tipo a este texto serán muy bienvenidos).

Woody Allen posa para Playboy bajo la leyenda:
"Llevo cinco minutos en la profesión ya estoy
tomando decisiones improvisadas"

7 comentarios:

  1. ¿Como? ¿un fotografo fuera de la secta? ¿como es posible que usted no siga el guión establecido? Me parece que va usted por muy mal camino y así no llegará muy lejos.

    Muy de acuerdo con todo en lineas generales, me ha encantado leer esta entrada, es una ráfaga de aire fresco.

    Un Saludo

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  2. Hablando de arte, un punto de vista "arriesgado".

    Puede que el fotógrafo esté muerto y haya nacido el recolector de imágenes.
    Puede que el futuro de la fotografía pase por los editores, y no por quién realiza el disparo.
    Puede que desde el postmodernismo nada nuevo haya surgido y lo último, representa la ignorancia que poseemos todos, desde el emisor al receptor.
    Puede que desde el acomodo notorio de ciertos personajes, se haya perdido el respeto a la imagen del fotógrafo y cualquiera quiera imitarlo.
    Puede que seguir vendiendo el mismo cuento desde los 80 haya generado el caos.
    Puede que los libros hayan nacido en respuesta a la crisis de las galerías, ó cómo pataleta a estas.
    Puede que los libros de fotografía surtan el mismo efecto sobre la fotografía, como lo hizo la democratización de la tecnología.
    Puede que sea filosofía y letras, y ya nada tenga que ver con la fotografía como se la conocía.
    Puede que Pollock tuviese parkinson y no sea un artista.
    Puede que detrás del fotógrafo artista se encuentre Pollock.
    Puede que detrás de fotografía documental, la verdadera naturaleza de la misma sea un simple registro y el texto, un representante más de un estilo de vida.
    Puede que todo sean estrategias de ventas y ya nada tengan que ver con la fotografía y el arte.
    Puede que el arte ya no tenga nada que ver con el arte.


    Un saludo
    A.



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    1. Hola A.

      Aunque apuntas en múltiples direcciones, diría que no concretas ninguna de ellas. Es algo así como tirar la piedra y esconder la mano. En cualquier caso te agradezco el comentario.

      Saludos,

      Jon

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  3. Hola Jon.

    Mi comentario es concreto. Tiene etiquetas y las etiquetas son información, o no??
    Lo entiendes perfectamente, Jon. Sabes de lo que escribo, por eso no hay preguntas, no las necesitas.
    Si concreto más, pasaría a ser una redundancia el comentario, y no suelo salir para afuera ni subir para arriba.


    Saludos,

    André.

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    1. Hola André,

      Quizás no me expliqué bien en mi comentario anterior, sí que percibo cierta crítica e ironía en tu comentario hacía algunas prácticas e incluso personas, pero lo que no acabo captar es la argumentación que la sustenta. Por eso, a modo de provocación, te pedía que desarrollases y especificases más tu comentario. Sino se me hace muy dificil descifrar si comparto o no tu opinión.

      Muchas gracias en cualquier caso por tu aportación y por tu firma.

      Jon

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